Hace unos días tuve un largo y entretenido día de consultas. Doce mujeres viviendo diferentes etapas de sus ciclos vitales, buscando atención de su salud ginecológica y sexual: realizarse su primer control, tomarse el PAP, descartar embarazo, insertarse una T de cobre, otra fue con su pareja a sacársela porque deseaba gestar. Una mujer fue a un control post aborto, otra por un dolor en su vulva. Otra porque deseaba iniciar anticonceptivos inyectables y una muy simpática porque llevaba meses intentando quedar embarazada y no le resultaba. Quería conocer su ciclo y que después de 10 años controlándose con diferentes profesionales, nadie se había tomado el tiempo de contarle sobre su útero, cérvix y flujos.

Ya en la tarde, atendía a mi última consultante, palpaba sus senos en busca de alguna masa y conversábamos sobre las recomendaciones de la primera mamografía preventiva. Me comentaba que la última vez que fue al ginecólogo fue muy vergonzoso y no quiso volver más. Este tipo le dijo unos comentarios subidos de tono haciéndola sentir muy incómoda, al mismo tiempo que estaba entre sus piernas con los dedos en su vagina, ¡un pervertido! Y no es primera vez que escucho algo así. Seguro hay profesionales excelentes y respetuosos, pero estoy de acuerdo que es muy raro ir a conversar sobre prácticas sexuales, orgasmos, flujos, vulva, cervix, ciclo menstrual, lactancia, dolores y abortos con alguien que no tiene útero, vagina ni tetas. Suena tan lógico, pero una gran parte de las mujeres chilenas no sabe que existe una profesional que puede entregarle una atención muy completa, integral, empática, educativa, y si llega a las personas adecuadas, horizontal, sin discriminación y con enfoque de género.
Tal cual, confesó que era la primera vez que acudía a una matrona. De hecho, pensaba que nosotras solo atendíamos a embarazadas y participábamos en los partos.
Durante los 5 años que dura la carrera, estudiamos en profundidad cada una de las esferas de la salud de la mujer, con énfasis en la sexualidad y reproducción. Estamos capacitadas para acompañar las transiciones del ciclo vital femenino durante toda la vida: menarquía, ciclos menstruales, anticoncepción natural o artificial, control de la salud de preparación a la gestación (preconcepcional), gestación, atención del parto y alumbramiento fisiológico, acompañamiento de la lactancia materna, atención y cuidado del recién nacido, salud ginecológica, indicación de exámenes de infecciones de transmisión sexual (VIH, sífilis, gonorrea, clamidia, entre otras), mamografías, ecografías, toma de Papanicolaou, climaterio y menopausia.
El plus que tiene la atención de una matrona es el enfoque fisiológico, en la promoción de la salud, educación y autocuidado. Ponemos énfasis en la detección precoz y oportuna de patologías a través de chequeos periódicos. Damos un enfoque integral, involucrando los aspectos psicológicos, sociales y emocionales; en mi consulta indago en las percepciones de su propia menstruación, la autoimagen, las prácticas de autocuidado, relación de pareja, historias de sus partos/abortos y estado emocional.
Como matrona, nuestro rol siempre debería ser guiar, pero no imponer; informar, pero no decidir; apoyar, no hacer.
Felicito a las adolescentes que desean prevenir embarazos no deseados y que acuden buscando un método anticonceptivo. También a las mujeres que exploran su cuerpo, se examinan su cervix, palpándolo u observándolo con un espéculo. Me encanta quienes son conscientes de su fertilidad, usan el Billings o la temperatura basal por deseo propio. Felicito a quien toma consciencia de sus prácticas sexuales de riesgo y quieren chequearse para descartar las ITS. A las que autogestionan su placer, a las que tienen sexo con mujeres, con hombres o con ambos. Y por supuesto, también son bienvenidas las que por decisión propia practican la abstinencia. MUJERES TODAS, la atención es respetuosa y sin juicios.
Pero estamos en desventaja frente a los ginecoobstetras. En Chile no existen los bonos de consulta para matronas. Esto quiere decir, que si una mujer desea atenderse en forma ambulatoria debe pagar la consulta particular. Eso dificulta que como profesionales podamos pedir un precio justo por nuestra atención. Entre pagar $2-5 mil pesos por un bono de atención médica v/s $15-30 mil por una consulta de matrona, muchas mujeres deciden por el primero. Pero existen las alternativas a bajo costo. Por ejemplo, existen organizaciones como la Cruz Roja, APROFA o ICMER.
Si en las consultas detectamos alguna patología que requiera atención de especialista, debemos derivar a algún médico, por ejemplo, endometriosis severa, miomas uterinos, pólipos, exámenes mamarios alterados o sospecha de cáncer de mama, cervicouterino, ovario, vulva, bartholinitis, entre otras. Ellos son expertos en manejar enfermedades, tienen una formación altamente especializada y son un gran complemento en situaciones de alta complejidad.
Si tienes FONASA, recuerda que puedes acceder a una matrona en el CESFAM de tu comuna y pedir hora. La atención es sin costo, al igual que todas las prestaciones, medicamentos, anticonceptivos, exámenes de laboratorio, material educativo, TODO. Si esa atención no se acomoda a tus necesidades o a tus tiempos, existen otras alternativas a bajo costo, de calidad y con enfoque FEMINISTA. Según mi opinión, la atención de una matrona siempre debería tener un enfoque feminista… pero ese es motivo de otro post.
Pide tu hora en www.renacemujer.cl/matrona