Parto respetado, ¿privilegio de mujeres sanas?

Cuando se habla de parto respetado, ¿sólo nos referimos a un derecho en mujeres sanas? Me ha tocado numerosas veces leer comentarios de médicos y matronas argumentar lo difícil que sería implementar un modelo de parto respetado en sus unidades de maternidad por la alta tasa de mujeres con patologías, como diabetes, síndromes hipertensivos del embarazo o partos prematuros. Y yo me quedo pensando, ¿qué entienden ellos por parto respetado? ¿Las personas pierden sus derechos ciudadanos por estar enfermas? ¿Ya no pueden decidir ni ejercer su autonomía sobre lo que consideran mejor para ellas o su hijos/hijas? Sé que hay personas que creen que parto respetado significa “vaginal sin anestesia” “vertical” o “con aromaterapia”. Sí, créanme que hay profesionales que están convencidos de que eso es un parto respetado. Y si eso fuera, ¿cómo afecta la posición vertical al control glicémico en una diabética? ¿o un aroma agradable y ambiente silencioso a una mujer con síndrome hipertensivo? ¿Cómo afectaría un parto en agua o sin anestesia en un parto a las 35 semanas?

Respetar el parto significa considerar a la mujer como sujeta de derechos y escuchar sus preferencias personales, culturales, sociales, psicoemocionales y espirituales para este momento trascendental y crítico para su vida. Respetar el parto significa asegurar un ambiente adecuado para no perturbar el coctel hormonal que facilitan la dinámica uterina y la dilatación cervical, como por ejemplo, una pieza oscura o con luz tenue, silencio y privacidad. Respetar el parto implica favorecer el libre movimiento, con mayor razón en embarazos de alto riesgo, aunque requiera monitorización continua. Se puede instalar el monitor fetal sin problemas de pie, sentada en silla o balón y en posición cuadrúpeda. Cuando se sospecha que el bebé no está creciendo adecuadamente, o que la presión está elevada, ¿acaso no hay que favorecer posiciones en las cuales la madre esté cómoda, relajada, en que el flujo sanguíneo hacia la placenta sea más efectivo? Acostada boca arriba no ocurre eso. Mejora inmediatamente al caminar, de lado o inclinándose hacia adelante cuando viene la contracción (movimiento involuntario e instintivo de casi todas las mujeres en trabajo de parto). Un ambiente íntimo, oscuro, con personal amigable y silencioso, es fundamental para que baje el miedo en una mujer con una patología del embarazo. Hay miedo porque ha sido una gestación difícil, teme por la salud de su bebé y por lo que pueda ocurrir en el parto. El ambiente es vital para que su descarga de adrenalina sea la mínima posible y se favorezca la liberación de oxitocina endógena, que MÁGICAMENTE reduce la presión arterial y el riesgo de convulsiones. En las mujeres con pre-eclampsia, por ejemplo, la indicación es un ambiente bajos en estímulos, es decir, OSCURIDAD Y SILENCIO. Y si le agregamos la mano de su pareja, una doula que le esté haciendo masaje relajante y las mínimas interrupciones por personal clínico, bajaremos la ansiedad y la presión arterial al mínimo. Hay gente que le sube la presión 10 a 15 mmHg solo por ser atendido por alguien con delantal blanco.

En el caso de las diabéticas, una de las principales intervenciones que se realizan es poner un suero glucosado con goteo continuo para evitar la hipoglicemia durante el trabajo de parto. Esto puede ocurrir porque el gasto energético es tal, que es homologable a un ejercicio físico intenso y durante las contracciones se necesita mantener un suministro continuo y moderado de azúcar. En una diabetes bien controlada, basta con permitir la ingesta de líquidos como jugos, infusiones con miel, frutas, midiendo cada 2 a 4 horas la glicemia capilar. Si este no es el caso, y se requiere un manejo más acucioso, se pueden administrar sueros con glucosa o insulina según sea el caso. Pero nada de esto es incompatible con las condiciones básicas que requiere una mujer de parto, ni con el impedimento que la mujer sea la protagonista en la toma de decisiones sobre el manejo que propone el equipo médico. Tampoco es incompatible con tener libre movimiento, la compañía continua por alguien de su confianza y una doula. La inmersión en una piscina de parto con agua tibia tampoco genera ninguna interferencia al manejo clínico.  Ver entrada sobre Diabetes Gestacional en El parto es nuestro

Respecto al parto, en las mujeres con diabetes gestacional cobra mayor importancia que este sea en libre movimiento, evitando por sobretodo la posición en litotomía. Si el mayor temor es que el bebé sea muy grande y se presenten dificultades para que atraviese en canal vaginal, el uso de posiciones verticales, cuadrúpedas o con la pelvis libre, es lo más relevante. Si queremos ampliar los diámetros pélvicos, debemos favorecer que la mujer adapte su cuerpo y procure la posición que más le acomode; cuando la mujer se acuesta en una camilla y elevamos sus piernas a la posición ginecológica, anulamos la fuerza de gravedad y el propio peso del bebé que entregan el  20% de la fuerza del expulsivo, dificultamos la respiración de la madre y la eficiencia del pujo, achicamos el diámetro pélvico en un 30% y de paso, limitamos la oxigenación al bebé al presionar los vasos sanguíneos pélvicos. Obligar a una mujer a parir acostada cuando ella no lo desea es un abuso que pone en riesgo su salud y la de su bebé.

Parto vertical y monitorizado

Respetar el parto significa eliminar prácticas obstétricas rutinarias y obsoletas. Usar un lenguaje simple y objetivo para que la mujer conozca las opciones y pueda sentir en todo momento que es ella quien tiene el control, que sus necesidades siempre serán escuchadas, que si quiere cantar, vocalizar, gemir, gatear, llorar, cambiar de opinión y pedir anestesia, una cesárea o que desea irse a la casa, va a ser escuchada y no juzgada.

Tener una gestación de alto riesgo no quita el derecho sobre el cuerpo, no quita a la mujer su estatus de ciudadana.